domingo, 13 de mayo de 2007

Sentimientos de una noche de primavera

Todavía me retumba en los tímpanos aquella frase: "No volveré a la hostelería". Vueltas que da la vida, mañana vuelvo a trabajar donde lo hice ahora hace casi un año. La plantilla ha cambiado, no sé si para bien o para mal. Mañana lo averiguaré. Y bueno, la verdad es que hoy no he tenido uno de mis mejores días. Yo, que como suelo decir, soy una persona un tanto "desequilibrada" por mis cambios de estados de ánimos, éste ha sido un día un poco "chof", como dicen en los anuncios de compresas (con o sin alas). Una mezcla de ¿tristeza?, ¿vacío?, ¿soledad? ha logrado invadir mi ánimo este sábado. Sé que no tengo motivos para estar así. No quiero estar así, y sin embargo lo estoy. Sí, puede ser que el hecho de ir mañana a trabajar donde estuve este verano pasado sea el causante del cómo estoy hoy. Ese sitio me trae muchos recuerdos. Tanto buenos como malos. Me debería de quedar con los buenos, que son los que en realidad valen y son los que hacen que se tire palante. Sí, puede ser el mero hecho de la época en la que estamos, que me aplatana (como yo digo) y me hace sentir un tanto raro (más de lo que lo suelo ser).

Gracias a Dios el día llega a su fin. Otro más. Otro menos.

Se me viene a la cabeza ahora mismo, muy a grosso modo, uno de los cuentos para pensar de Jorge Bucay. El mismo contaba cómo un caminante llegó hasta el cementerio de una pequeña aldea. En el mismo sólo se veían lápidas en las que aparecían niños de edades muy cortas: 7 años, 4 meses y 26 días; 8 años, 1 mes y 3 días... El caminante, conmovido por lo que estaba viendo, le preguntó a un anciano que pasaba cerca el motivo de haber tantos niños enterrados en ese cementerio. El anciano sonrió y contestó. "En esta aldea tenemos por costumbre, contar los segundos, minutos, horas, días... en los que somos realmente felices. Esa es la edad que ponemos a las lápidas"

Este cuento me explicó en su día, que lo que realmente importa en nuestras vidas son los momentos felices que vivimos. Desgraciadamente, si esto fuera así, el día de hoy no habría sumado poco más que un par de minutos a mi edad total.

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